Repudian la liberación de uno de los policías que asesinó a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán

El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia acompañó el reclamo, y la bancada del Frente de Izquierda llevó una declaración de repudio que presentó en el Congreso. A la liberación de Acosta probablemente le siga la del excomisario Alfredo Fanchiotti, condenado también por el homicidio de los piqueteros.

«Pasaron 22 años y 4 meses, el ex cabo de la policía bonaerense Alejandro Acosta sale en libertad, dicen que le corresponde porque pagó lo que hizo. ¿Y la justicia para nosotros dónde carajo está? Hay justicia para los poderosos y los asesinos pero para las víctimas no», dijo Alberto Santillán, el padre de Darío, fusilado junto a Maximiliano Kosteki el 26 de junio de 2002 durante el operativo represivo ordenado por el entonces presidente Eduardo Duhalde contra las organizaciones piqueteras que ese día pretendían cortar el Puente Pueyrredón. Lo hizo en la conferencia de prensa que el Frente Popular Darío Santillán convocó para repudiar la inminente liberación de Acosta, condenado por ese crimen junto al excomisario Alfredo Fanchiotti, en la sede del Servicio Paz y Justicia (Serpaj). Allí, la abogada de las familias, Paula Alvarado Mamani, explicó que desde 2014 esperan que la justicia federal decida sobre el pedido de declarar imprescriptibles los hechos en la causa que investiga las responsabilidades políticas de la masacre de Avellaneda.

«En relación al delito por el que ha sido penado, asume su postura crítica y reflexiva, logrando contextualizar las circunstancias de aquel momento y pudiendo ahondar en los motivos que condujeron a su participación en los hechos», por eso «sería oportuno que se amplíe el proceso». Este párrafo, leído por la abogada Alvarado Mamani, pertenece al informe psicológico que recomendó convertir las salidas de la cárcel de Baradero que tenía el expolicía Acosta en libertad condicional. La letrada anticipó que presentará las observaciones contra esta decisión ante la Cámara de Casación. A su lado estaban Alberto y Leo Santillán, Mara Kosteki, una de las hermanas de Maximiliano, y Marcial Bareiro, uno de los 33 heridos graves de aquella sangrienta represión. 

La abogada Alvarado Mamani planteó que si estos hechos fueran considerados como un crimen de Estado debería regir una ley diferente respecto de la ejecución de la pena. «Acosta nunca colaboró en el proceso de aportar la verdad en los demás expedientes abiertos», cuestionó al referirse a las dos causas contra ex funcionarios, la que tramita en la justicia federal y la que se instruye a nivel provincial. Un frío por la espalda recorrió al público presente cuando la letrada relató que el condenado policía Fanchiotti se contactó con ella con la excusa de «colaborar» con el proceso. Como el excomisario exigía verla a ella sola, sin acompañantes, el encuentro no se concretó. Ella llegó a proponerle que la reunión sea en el juzgado de Lijo, aunque no sea una declaración.

La abogada indicó que la fiscal federal Paloma Ochoa hizo un escrito con el relato de los hechos en el que mencionaba «cierta responsabilidad de los poderes Ejecutivo y Judicial», pero que a los efectos penales «no era relevante». En tanto, el juez Ariel Lijo los escuchó pero les debe una respuesta. «Dijo que iba a llamar a declarar a Fanchiotti, previo un examen médico que aún no se hizo», precisó la representante de las familias Kosteki y Santillán. Por el tiempo transcurrido pidieron que la justicia haga una analogía con delitos de lesa humanidad, porque no existe la figura del crimen de Estado, para que la causa no prescriba y eso influya en la situación de los condenados Acosta y Fanchiotti, que fueron juzgados en otro proceso. Ante la consulta sobre la posible liberación de Fanchiotti, opinó que seguramente seguiría los pasos de Acosta.

«No merecen salir»

«Fui herido de bala sobre la avenida Pavón, a la altura del teatro Roma, nos estábamos replegando, no hubo ningún tipo de enfrentamiento, disparaban balas de plomo, ese es el perfil de estos asesinos y todas las fuerzas represiva», recordó Bareiro. «Son peligrosos, no merecen estar entre la gente, y menos con el gobierno de Milei que mantiene intacto el aparato represivo», agregó.

«Estamos enojados y con bronca porque no se justifica la libertad condicional al ex cabo Acosta, la justicia encubre a los poderosos y concede este beneficio a los que el Estado manda a asesinar», arrancó Alberto Santillán cuando le llegó el micrófono. «Recuerdo a mi hijo con su libro forrado con papel de diario esperándome en el hospital (él es enfermero), y cuando íbamos a las rondas de las Madres en Plaza de Mayo, amaba la vida, la lucha, buscaba darle coraje a los vecinos y amigos, y que todos tengamos conciencia», dijo. «Aquel maldito 26 de junio Darío se retiraba pero volvió para ser fiel a sus ideas y sus palabras, nunca dejar solo al compañero, le toma la mano a Maxi, que se estaba muriendo desangrado, y ahí entran estos dos cobardes hijos de una gran mierda, con esas ganas de matar en sus rostros», evocó Santillán. Segundos antes su hijo había dicho al grupo que lo acompañaba del MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) que se fueran porque sino los iban a matar a todos. Pero él se quedó. 

«La inmensa mano de Darío se alzó para gritarles ‘paren que se está muriendo’, y esos dos asesinos en nombre del Estado lo obligan a levantarse, hace unos metros y lo fusilan. En esa estación de tren los mataron, pero ahí también revivieron en la lucha, todos los gobiernos desde ese momento nos quisieron sacar del medio, pero no lo lograron ni lo van a lograr», expresó Santillán. Sobre el juez, dijo que «siempre miró para otro lado», lo mismo que la fiscal Ochoa aunque «parezca dulce», y todos los que pasaron por la causa de las responsabilidades políticas que tramita en Comodoro Py.

Demonización del que lucha

Para el padre de Darío, «la clase política está tan podrida como el poder judicial», y cargó contra Eduardo Duhalde, Felipe Solá, «que se jacta de hacerse el boludo», y Aníbal Fernández. «Están equivocados si piensan que nos vamos a correr, seguimos la lucha por todas las víctimas contra todos los asesinos», completó, y recibió un fuerte aplauso. A su turno, Leo Santillán coincidió con su padre al decir que su «lucha también es por la calidad de vida, nos toca organizar la rabia». Entre el público, alguien preguntó qué hacer si no hay justicia, y a coro varios gritaron «que haya escrache», a lo cual Alberto acotó «que no puedan caminar tranquilos por las calles».

Por su parte, el hermano de Darío hizo un paralelismo entre la estigmatización actual y la de aquel momento respecto de los movimientos sociales. «Cuando nos reprimieron en Puente Pueyrredón y mataron a Darío y Maxi decían que éramos guerrilleros armados que pretendíamos desestabilizar, ese fue el discurso de los medios, y ahora hacen lo mismo», agregó. En tanto, Mara Kosteki rompió en llanto apenas comenzó a hablar, pero al rato se compuso. «Me sacaron todo, mi casa, mi hermano, mi madre. Con asesinos libres nuestros hijos no tienen futuro, y para eso jueces y fiscales tienen que hacer su trabajo, pero vienen de muchos años y están sucios como una papa, hay que hacer limpieza y sacar a gobiernos y funcionarios mafiosos», señaló.

«El 26 de junio de 2002 fue la primera vez que actuaron todas las fuerzas de seguridad de manera conjunta, asesinaron a quemarropa a personas que pedían comer y trabajar. Juntamos más de 300 adhesiones, nacionales e internacionales como la de Pablo Iglesias, de Podemos. La Madre de Plaza de Mayo Elía Espen se sumó al repudio de la liberación de Acosta», manifestó la periodista y escritora Nadia Fink. Entre el público estuvieron Alejandrina Barry, Nicolás del Caño, Carlos «Sueco» Lordkipanidse, Eduardo Belliboni y Cele Fierro, entre otros referentes sociales, políticos y de derechos humanos. Antes de retirarse, todos y todas gritaron «Darío y Maxi, presentes, ahora y siempre».

Fuente: Página12

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