Textiles: la apertura desregulada de importaciones pone en jaque miles de puestos de trabajo
La baja de aranceles para el ingreso de productos textiles y del calzado y la eliminación de controles aduaneros varios ponen en riesgo inminente la continuidad de, al menos, diez fábricas nacionales que generan alrededor de mil empleos formales.
La apertura importadora desregulada tuvo en estos días un nuevo capítulo a partir de la reducción de aranceles para el ingreso de productos textiles y del calzado, lo que se suma a la eliminación del control aduanero del etiquetado de esos productos y a otra serie de medidas que apuntan a quitar controles, en general, para lo que ingresa desde el exterior. Esta situación generó aún más alarma en los industriales nacionales ante la amenaza que representa para la producción local y, por ende, para el empleo en estos sectores: con una reducción de alícuotas que, dependiendo el producto en cuestión, cae de entre 20 o 30% al 6 o 10%, fuentes del sector indicaron a este medio que la medida pone en riesgo la continuidad de, al menos, diez fábricas nacionales que generan alrededor de 1.000 puestos de trabajo formal y calificado, ubicadas en todo el país y que cuentan con grandes inversiones realizadas recientemente.
“Esta medida no hace más que empeorar la compleja coyuntura que atraviesa el sector textil, indumentaria, cuero y calzado, que ya perdió 8.300 puestos de trabajo formal según los datos oficiales a julio, lo que representa el 27% de la pérdida de empleo industrial. Esta decisión significará un enorme daño al entramado productivo local y potencial destrucción de capacidades construidas durante años”, señalaron desde Fundación Pro Tejer, que representa a un amplio abanico de eslabones de la actividad. En el mismo sentido agregaron que “priorizar el empleo federal, las inversiones de frontera tecnológica y el desarrollo de la industria nacional resulta primordial sobre todo en un contexto adverso de altos niveles de pobreza y crecimiento del desempleo en el país”. Otro punto no menos es que, según sus estimaciones, esta rebaja arancelaria tendría un impacto insignificante en el nivel de precios de la ropa, «representando un 0,1% del precio en mostrador».
Estas medidas ocurren en un marco donde, desde el inicio de la gestión de Javier Milei, se avanzó en la desregulación de importaciones de productos de la canasta básica (alimenticios, bebidas, productos de limpieza y cuidado e higiene personal) además de medicamentos y otros bienes esenciales, sobre los que se fijó una menor carga impositiva (Impuesto a las Ganancias e IVA) hasta fines de este año, junto con menores controles a ciertos productos que ingresan desde el exterior, todo lo que -como ya sucedió en otros momentos de apertura sin control de importaciones y desregulación comercial- podría poner en jaque la supervivencia de sectores clave de la industria nacional. A ello se sumó en estas semanas la derogación de normas que funcionaban como herramientas de fiscalización: el valor criterio, las estampillas y los veedores de cámaras empresariales locales, por el lado de la importación, y los valores de referencia en exportación, lo que, alertan desde el empresariado nacional sobre todo el sector pyme, podría generar consecuencias irreparables para la producción y empleo nacional.
Cambios en importaciones textiles
El gobierno nacional continúa avanzando con una serie de medidas que apuntan a la desregulación total del comercio exterior. En ese sentido, recientemente se publicó el Decreto 908/2024 a partir del cual se reducen los aranceles de importación de diferentes productos finales e insumos (89 en total) vía la modificación del Listado Nacional de Excepciones al Arancel Externo Común del Mercosur. Dentro de ese extenso listado, se encuentran productos textiles y del calzado que tenían alícuotas de entre 12,6% y 35%, las que ahora disminuyeron a entre 2% y 20%. En detalle, el Ejecutivo dispuso la reducción del arancel del hilado texturizado de poliéster que pasó del 18% al 6%, producto que cuenta con elaboración nacional. A su vez, se recortaron los aranceles del kit desmontado de calzado y de partes de calzado, que también tienen producción nacional (calzados deportivos y otros que contaban con un arancel del 15% disminuyó al 10% y en las capelladas cayó del 28% al 10%), siendo ambas cadenas de valor generadoras de empleo en todo el país.
¿Qué impacto puede tener esta medida en la industria local? Si bien desde el oficialismo aseguran que el objetivo es “mejorar la competitividad de la industria y fortalecer el comercio”, lo cierto es que empresarios nacionales alertan por la posible destrucción de sus firmas y por ende de miles de puestos de trabajo en el sector. En el caso de los textiles, “la medida pone en riesgo la continuidad de diez fábricas nacionales que generan alrededor de 1.000 puestos de trabajo formal y calificado. Fábricas que, además, se han modernizado en los últimos años, invirtiendo en nuevas tecnologías, digitalización, automatización de procesos y ampliación de la capacidad instalada, posicionando al segmento en la frontera tecnológica mundial”, señalaron desde la Fundación Pro Tejer.
En ese sentido agregaron que “es estratégico preservar la producción de hilados sintéticos en el país dado que es el segmento textil de mayor posibilidad de incorporación de innovación y tecnología, sobre todo a través de nuevos materiales que permiten funcionalidades y aplicaciones específicas”. Un ejemplo sería la incorporación de nanotecnología en textiles inteligentes o bien propiedades específicas en textiles técnicos. “Los países desarrollados con fuerte tradición textil como la nuestra están virando sus modelos de negocio hacia estos nuevos desarrollos”, destacaron desde el espacio que agrupa a los actores del sector textil.
Argentina es uno de los pocos países del mundo que tiene una cadena de valor agro textil completa, desde la obtención de las materias primas hasta la distribución y venta al consumidor final. Sin embargo, los industriales consideran que “la capacidad productiva de la industria argentina sigue afuera de las prioridades económicas del gobierno nacional, y uno de los sectores más perjudicados es el textil e indumentaria, con más de la mitad de su industria paralizada”. Según entienden existe además “un incorrecto diagnóstico” de la coyuntura actual, respecto de que “el problema del ‘costo argentino’ no se relaciona con la eficiencia puerta adentro de la fábrica, sino que se vincula con la competitividad sistémica asociada a los problemas estructurales que arrastra la economía hace ya varias décadas como alta presión tributaria, la falta de financiamiento, problemas logísticos y de transporte, falta de infraestructura, entre otros”.
Otro punto que se mencionó tiene que ver con que esta rebaja arancelaria “tendría un impacto insignificante en el nivel de precios de la ropa, representando un 0,1% del precio en mostrador”, según estimaciones del sector. Al mismo tiempo y en un contexto donde se promueve un fuerte ajuste del gasto público en partidas sociales, de jubilaciones, educación e infraestructura, estas medidas implicarán también una menor recaudación fiscal. “Resulta más efectivo una medida de alivio fiscal a la producción o a la comercialización para incidir en el nivel de precios local de la ropa, a su vez que permitiría preservar el entramado y el empleo en el país”, analizaron desde Pro Tejer.
Asimismo, sobre la situación puntual de los precios de la ropa refirieron que “es una falsa causalidad la que plantea que la apertura comercial explica la caída de los precios. Se considera que durante el gobierno pasado (2020-2023) la ropa era cara y aumentaba su precio porque la economía estaba ‘cerrada’, pero en esos años fue récord de importaciones a pesar de la restricción externa, superando la gestión de Macri, de mayor apertura comercial relativa. Luego, crecieron las importaciones y aumentaron los precios enero-agosto en 2024”. Para la organización, lo que hay que mirar es “la correlación entre precios de la ropa y nivel de actividad económica. Los precios bajan cuando cae el consumo interno, que se ve afectado por la pérdida de poder adquisitivo, sumado a la rentabilidad negativa y dificultad de absorción de costos fijos”.
Vale recordar que en julio pasado este sector ya había sufrido el impacto de la mayor apertura del comercio externo cuando la Secretaría de Industria y Comercio de la Nación eliminó el control aduanero del etiquetado de los productos textiles y de calzado que ingresan al país junto con otras medidas del gobierno de La Libertad Avanza que buscan favorecer, desde el inicio de su gestión, el ingreso de importaciones de productos terminados al país. Como consecuencia, las empresas del país se encuentran desde entonces en alerta en un marco de caída del nivel de producción, menor competitividad por los altos costos en dólares y dificultades para exportar, sumado al aumento de importaciones desreguladas. “Eliminar controles nos pone en una posición de competencia desleal, porque claramente cuando no se controla una producción importada, no hay certeza de que aquello que se importa se haga como corresponde”, habían indicado desde Pro Tejer a este medio en ese entonces. La normativa eliminada establecía que los productos que quisieran ingresar al país debían contar con un etiquetado realizado en origen y que, en caso de no poseerlo, debían reetiquetarse a través del proceso de Adaptación al Mercado Local.
Este martes, a su vez, se publicó en el Boletín Oficial la Resolución 5586/24 que eliminó las circulares que fijaban valores de referencia para exportaciones y la participación de veedores sectoriales en el proceso de verificación aduanera, lo que apuntaba a un mayor control de los productos que ingresan al país.
Crítica situación del sector
“Estas medidas de recorte de aranceles no hacen más que empeorar la compleja coyuntura que atraviesa el sector textil, indumentaria, cuero y calzado, que ya perdió 8.300 puestos de trabajo formal en julio, en relación con el mismo mes del año anterior, lo que representa el 27% de la pérdida de empleo industrial”, señalaron desde Fundación Pro Tejer y agregaron que “esta decisión significará un enorme daño al entramado productivo local y potencial destrucción de capacidades construidas durante años”.
Ya en el primer semestre del año la actividad sufrió una contracción del 20% en su nivel productivo y una caída del 40% en las ventas, que todo indicaría podría sostenerse hasta la temporada de verano 2025, en un marco donde ya se registran, al menos, 5.000 despidos y más de 10.000 suspensiones. En relación, el rubro Productos textiles se contrajo en agosto 10,2% interanual, sosteniendo un comportamiento negativo en todos los meses de este año, según el último informe del Índice de Producción Industria (IPI-INDEC) al tiempo que la actividad mostró una caída del 9,5% comparada con igual mes del 2019, y que escala a 22,4% frente a 2016, inicio de la serie actual. En ocho meses del año, acumuló una contracción del 18,1%, en tanto que, en el caso de Prendas de Vestir, Cuero y Calzado, mostró un descenso acumulado en 2024 del 11,2%.
Así las cosas, las proyecciones indican que el contexto de recesión continuará en lo que resta del año afectando los diferentes rubros de la cadena de valor: desde la fabricación de hilados, telas, indumentaria y la comercialización de máquinas, insumos y bienes finales. Al respecto, el sector abarca a 23.986 empresas registradas en todo el país: 1.117 empresas del sector primario, 17.370 del sector comercio y 5.439 de industria textil y confección, lo que equivale al 10% de empresas industriales registradas. Genera unos 540.000 empleo directos siendo clave en provincias como La Rioja (38%), Catamarca (37%), Santiago del Estero (22%), Chaco (18%) Capital Federal (18%) Corrientes (16%), San Juan (13%) y Buenos Aires (8%).
Según los datos de la actividad manufacturera de las pymes (CAME) en septiembre “el uso de la capacidad instalada continuó siendo muy bajo (60,6%) consecuencia de una actividad que sigue deprimida, especialmente en textil e indumentaria, donde se ubicó en apenas 54,6%. Ese es justamente uno de los principales rubros con problemas para pagar salarios, según el 24,1% de las respuestas”, indicaron en el último informe sectorial.
La producción en Textiles e Indumentaria se retrajo 7,3% anual y 0,8% frente a agosto. En el tramo de los primeros nueve meses del 2024 lleva una contracción de 4,6%. Desde las empresas marcaron que “a pesar de la estabilidad de los precios y del dólar, la falta de poder adquisitivo se siente en el sector”. Además, explicaron que “con el tipo de cambio menos favorable y una estructura de costos muy alta la gente se está yendo a comprar a países vecinos, reduciendo la demanda local”. La situación también impacta en la ropa de trabajo y escolar, donde las reposiciones son más espaciadas.
El panorama actual es poco alentador si se compara además con tiempo atrás: “la industria en los últimos tres años tuvo récord de inversiones, más de 1.400 millones de dólares, esto significa que tenemos todo un sector totalmente tecnificado y con gente capacitada, pero con nuestras máquinas paradas, entonces la situación es aún peor porque a los empresarios se les suma el problema de llegar a pagar los salarios en un momento de baja rentabilidad, y también hay que hacer frente al pago del crédito de esas inversiones”, graficaron desde Pro Tejer.
Fuente: El destape