Amenazas a Di María: dos barras de Newell’s, acusados de mandarle una cabeza de chancho con una bala
Rengo Ficcadenti y Bebe Di Vanni, referentes de una facción disidente de la barra leprosa, buscaron prestigio evitando la llegada de Di María a Central
Los referentes de una facción disidente de la barra brava de Newell’s, grupo que intentó desplazar a los jefes actuales del paravalanchas a mitad de año, fueron imputados como instigadores de otra de las amenazas a Ángel Di María ocurridas en marzo pasado. Alejandro «Rengo» Ficcadenti, según la Fiscalía, ordenó a Sergio «Bebe» Di Vanni preparar un paquete que apareció en la inmobiliaria de la hermana de «Fideo». En una caja dejaron una cabeza de chancho con una bala incrustada y el nombre de una de las hijas del jugador. Para la acusación el objetivo fue evitar la llegada del jugador a Rosario Central y así ganar popularidad para asumir el mando de la hinchada y el control de las recaudaciones ilegales.
La ilusión de que Ángel Di María regresara a Rosario Central se mantuvo hasta mediados de julio, cuando el campeón del mundo avisó que continuaría su carrera en el Benfica de Portugal. Pero hacía meses que, aún en contra de su deseo, el jugador había madurado la idea de no volver al club en el que debutó en primera. Al menos este año, como en algún momento se pensó que ocurriría. Si los problemas de seguridad pública en general son el principal argumento que tienen las figuras que juegan en Europa para no volver al país, para Di María las dos amenazas directamente en su contra fueron suficientes.
En principio se conoció un solo hecho aunque los dos ocurrieron el mismo día. El primero en trascender fue a la 1.30 del 25 de marzo, cuando se escucharon varios disparos en los alrededores del country Miraflores de Funes, donde viven los padres, la hermana y un cuñado de Di María. Cerca del ingreso apareció una nota: «Decile a tu hijo Ángel qe a Rosario no vuelva más. Porque si no le cagamos matando un familiar. Ni Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos, plomo y muertos tiramos».
Horas más tarde, ya sobre la mañana y cerca de las 9, la hermana de Fideo recibió una caja en su inmobiliaria ubicada en un edifico de oficinas de Santa Fe al 1700. En su interior había una cabeza de chancho con el nombre Pía, de la hija del jugador, escrito en la frente que además tenía una bala incrustada. También había una mensaje: «Ángel Di María. Si volBes la próxima que recibas es la de tu hija. No vengas, hace caso, nosotros no tiramos papelitos. Tiramos tiros y muertos. Ni Pullaro te zafa. Pullaro y Bullrich, levanten el circo y váyanse».
Este martes el fiscal Pablo Socca imputó al Rengo Ficcadenti y al Bebe Di Vanni como coautores de amenazas coactivas calificadas por ser anónimas y por el propósito de obtener alguna medida o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos. Según la acusación Ficcadenti le encargó a Di Vanni los hechos, quien se ocupó de escribir las amenazas halladas en cada hecho. Por los tiros en el country de Funes ya habían sido imputados Pablo Acotto y Sara Belén Gutiérrez, acusados a comienzos de abril como autores materiales.
Por la barra de Newell’s
El Rengo Ficcadenti. de 30 años, es un hombre conocido en Newell’s y en la Justicia: pesa sobre él una acusación como instigador del homicidio de Nelson «Chivo» Saravia, ex líder de la barra asesinado a balazos en octubre de 2021. En la Justicia provincial no hay funcionario al que no le llame la atención que en marzo de 2023 la jueza de Cámara Gabriela Sansó le dio la libertad. Desde entonces buscó, por distintos medios, ubicarse en lo más alto que se puede estar en el manejo de la barra.
A Ficcadenti lo cegó la ambición tras algunas charlas con Ariel Máximo «Guille» Cantero, líder de Los Monos que aparece en distintas investigaciones como una suerte de jefe supremo de la barra brava de Newell’s. No es un asunto de pasión sino de negocios. Guille no está al tanto de todos los pormenores, le alcanza con dar el visto bueno a quienes se ocupan de administrar esa estructura y eventualmente se beneficia de sus recaudaciones. Desde la administración del sector de parrilleros, la reventa de entradas, los transportes para los hinchas, los puestos de comida ambulante, los eventos en el club y el pago que el propio presidente Ignacio Astore reconoció hacerle a la barra después de cada partido de local.
Según testimonios conocidos en la investigación, Ficcadenti consideró que adjudicarse las amenazas a Di María podría posicionarlo como jefe del paravalanchas. Entre los hinchas leprosos, trascendió en la causa, había mucha molestia por la cargada que hinchas de Central hicieron a Newell’s el pasado 3 de marzo, cuando un parapente sobrevoló el Coloso Marcelo Bielsa en pleno partido y arrojó panfletos con mensajes. «¿Cómo no hubo represalía», comentan que se preguntaban en la barra.
«El loco se imaginó todo»
Ficcadenti fue a visitar a Guille a la cárcel federal de Marcos Paz el 20 y el 22 de enero pasado. En esos días también mantuvieron comunicaciones telefónicas que estaban siendo intervenidas por la Justicia. El líder de Los Monos, entre risas, le decía: «Ahora la maneja una chica a la barra, altos zapallos son ustedes. Tienen que ir a votación compadre, ya no queremos más chicas, queremos unos barras buenos, no tienen ni barra ustedes hermano, son una verga los barra de ustedes, ni siquiera pelean».
Hacía referencia a Ivana Barrias, pareja del recluso Leandro «Pollo» Vinardi, uno de los hombres de confianza de Guille Cantero a cargo de los manejes de la barra. La mujer tenía un rol de relevancia en la hinchada junto al líder Luciano «Lucho» Gallardo, ambos detenidos a principios de agosto por una serie de intimidaciones a la dirigencia de Newell’s. Es que cuando en el interior de la barra trascendió que Ficcadenti intentaba posicionarse como jefe, y que presuntamente tenía el aval de los dirigentes, Barrias y Gallardo planificaron una balacera contra una vocal del club.
A la vez que hablaba con Ficcadenti, Guille también lo hacía con otros hombres vinculados a la barra. En esas conversaciones se daba a entender que el Rengo había interpretado de manera errónea un supuesto aval de Guille para copar el paravalanchas. «Vos le diste a entender algo así nomás y el loco ya se imaginó todo», le dijo a Cantero otro de los hombres con los que se comunicaba.
Escribir las amenazas
El fiscal Pablo Socca acusó a Ficcadenti de ser quien encargó que se llevara a cabo las intimidaciones. Y a Di Vanni le atribuyó haber escrito de puño y letra los carteles que aparecieron en ambas amenazas a Di María. Se comprobó una pericia caligráfica para la cual utilizaron anotaciones en cuadernos que fueron secuestradas por la Policía de Investigaciones en el allanamiento a la casa de Di Vanni realizado el 25 de julio. Entre esos escritos había un comunicado escolar en el que el barra de Newell’s autorizaba a su hija a retirarse de la escuela.
Para Socca, las amenazas tuvieron un doble objetivo. Por un lado impedir que Di María regresara a Rosario Central y «de esa manera Ficcadenti utilizar ese ‘logro’ como plataforma para ganar consenso entre sus seguidores y así posteriormente intentar -con el apoyo y aval de Ariel «Guille» Cantero- tomar el liderazgo de la barra brava». Con esa intención Ficcadenti también mandó a matar a Lucho Gallardo, pero al no encontrarlo los sicarios hirieron de gravedad a su hijastro.
Pero además, para el fiscal, Ficcadenti buscó «infundir temor y generar conmoción en la población». «Se evidencia en la selección de la víctima, un jugador de fútbol de fama internacional como blanco del ataque y la mención en la nota al gobernador de la provincia Maximiliano Pullaro y a la Ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, como así también en los medios materiales empleados para la concreción del ilícito y el contexto de atentados -balaceras, homicidios- que sufría la ciudad de Rosario», aseguró el funcionario.
Ficcadenti, tal como consta en las conversaciones que mantuvo por medio de su teléfono, se jactó de haber sido el autor de las amenazas. «Yo siempre cumplo lo que prometo, gracias a mí no viene Fideo», escribió el 15 de julio, luego de que por fin se confirmara que Ángel Di María no llegaría a Rosario Central.
Fuente: La Capital