El cirujano Daniel Ojeda admitió su responsabilidad en la muerte de una paciente

Según publicó el medio Infobae, el cirujano Daniel Ojeda (60), apodado el “Lotocki entrerriano”, no tuvo reparos en admitir su responsabilidad ante el tribunal que lo juzga por la muerte de una paciente, ocurrida en la clínica trucha que había montado en 2022 en el barrio porteño de Villa General Mitre, cuando ya estaba condenado por la Justicia de Entre Ríos e inhabilitado para ejercer la profesión.

“A principios del juicio reconoció su responsabilidad en los hechos que le imputan”, trascendió sobre el debate que se lleva adelante ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°1 al que llegó acusado por el delito de homicidio simple con dolo eventual en concurso ideal con desobediencia.

La Fiscalía de juicio, a cargo de Horacio Azzolin, ante este panorama solicitó en su alegato la pena unificada de 11 años de prisión y 16 de inhabilitación. Hay que recordar que Ojeda está preso en la cárcel de Ezeiza y tiene una condena previa de 8 años de prisión y una prohibición para ejercer la medicina de 16.

Justamente, esa condena por homicidio imprudente y un amplio abanico de lesiones de la Justicia de Entre Ríos fue confirmada en marzo de este año por la muerte de una paciente en 2019 en Concordia: la uruguaya Iris Amaro (45) falleció dos días después de someterse a una liposucción con Ojeda.

Eso no lo disuadió de seguir practicando tratamientos estéticos riesgosos y en lugares no aptos. Así, se fue de Entre Ríos e instaló en Buenos Aires otra clínica clandestina en la que ofrecía servicios de estética-plástica. El 3 de junio de 2022, Débhora Campos Gonzáles murió tras someterse a una liposucción, según la investigación que llevó adelante el fiscal Marcelo Retes, a cargo de la Fiscalía Criminal y Correccional N°23. Por esa causa llegó al juicio del que se conocerá el veredicto en breve.

En la causa que ahora lo tiene en el banquillo, Ojeda reconoció que fue responsable de la muerte de Campos Gonzáles. Según la autopsia que está en el expediente, el fallecimiento pudo “deberse a dos posibilidades: por un lado, un uso indebido de drogas anestésicas inyectadas, o a consecuencia del dolor que habría sufrido producto de anestesia mal proporcionada o combinada, durante el procedimiento llevado a cabo”.

Ojeda le practicó a la víctima una cirugía estética coincidente con una liposucción y eso le produjo, según la causa, “una descompensación hemodinámica… que al no poder ser revertido fue seguido de muerte”.

También se destacó en la autopsia que los forenses hallaron tres “punturas vitales en región paraesternal izquierda, similar a lo observado en punturas para lograr inyección intracardíaca”. Las lesiones atravesaron la parrilla costal, la pleura y el pulmón izquierdo, provocando enfisema, que no tuvo “idoneidad para causar la muerte”, pero se dejó en claro que se buscó acceder al corazón y “no se logró”.

Por lo que se consideró que “no utilizó el instrumental adecuado o bien careció de pericia para utilizarlo”, pero tampoco pidió una ambulancia del SAME y no hubo indicios de que la víctima haya sido intubada, algo que, quizá “podría haber mejorado su situación”, sostuvo el fiscal en su elevación a juicio.

Para la Justicia, Ojeda operó sin “el acompañamiento de profesionales médicos” que se requieren para casos de este estilo, “como mínimo, un anestesiólogo”. Pero, además, el departamento en el que se hizo la cirugía no estaba habilitado como clínica, sino que era para habitar como vivienda “sin poseer las instalaciones sanitarias correspondientes, hallándose en el lugar elementos de quirófano oxidados y defectuosos”.

Allí se encontró un desfibrilador y un electro bisturí que “no poseen antecedentes de habilitación ni registro ante la ANMAT” y, además, le atribuyeron que “no proporcionó la información correspondiente” a la víctima: no le hizo firmar los formularios de consentimiento.
Pero, sobre todo, Ojeda, según la acusación, violó la prohibición que tenía desde el 15 de enero de 2021 por la causa de Concordia por la muerte de Amaro y por la cual estaba inhabilitado para ejercer la profesión.

“Representándose y previendo cabalmente el eventual resultado de muerte, a sabiendas de las condiciones generales en que llevaría a cabo la práctica quirúrgica investigada, la falta de pericia y conocimiento en la materia, la inhabilitación para su ejercicio; programó, inició y continuó la misma sobre el cuerpo de la víctima, conformándose con la posible producción del resultado fatal, no adoptando tampoco conducta alguna demostrativa de voluntad de evitar el mismo”, rezaba la acusación que lo puso en el banquillo y por la que ha admitido su responsabilidad.

El caso contra Ojeda le valió al cirujano el apodo del “Lotocki entrerriano”, por las similitudes con la muerte de Rodolfo Christian Zárate y de Romina Vega, por las que Aníbal Lotocki va a juicio y fue absuelto, respectivamente.

Fuente: El Entre Ríos

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