Messi-Di María, la última función de una sociedad que marcó a fuego a la selección argentina

Con la camiseta celeste y blanca compartieron más de 100 partidos, con momentos muy tristes y otros inolvidables; una dupla irrepetible

MIAMI (enviado especial).- La llamaban la pieza del quilombo. Ellos dos ya se conocían, se habían cruzado en alguna juvenil, pero esta era la primera gran experiencia juntos. Y en la pieza del quilombo se consolidó el vínculo. Era el cuarto que Ángel Di María compartía con Pocho Lavezzi en la concentración de los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008. Allí empezaron a ir los más chicos, los más alborotadores. Lionel Messi estaba entre ellos. Fue un flechazo de amistad que tomaría impulso con la conquista del oro; el punto iniciático de un viaje que tuvo sinsabores, renuncios, lágrimas y un sprint final repleto de festejos y alegrías. Y mucha conexión para goles inolvidables.

Un trip que los vio nacer en veredas opuestas de una misma ciudad. Lionel de Newell’s; Ángel de Central. Y los vio desarrollarse en circunstancias antagónicas. Messi de Barcelona; Ángel de Real Madrid. Pero detrás de esas rivalidades pour la gallerie estaba la afinidad natural y el contrato emocional irrompible en la selección argentina.

La firma de ese convenio fue en el estadio Nacional de Pekín, el 23 de agosto de 2008. Aquel Messi de pelo largo giró para su zurda casi en el círculo central y le envió una bola lisa a Angelito, que corrió 40 metros hasta enfrentarse con el arquero nigeriano. La definición, pinchada, alta, con caída justa, es una obra de arte, la primera sellada por un tándem indestructible.

Comenzaba una sociedad que sería a prueba de altibajos. La que Basile se animó a dejar rodar; la que prohijó Maradona, pese a las críticas (“A Di María me lo resistían”, gritó Diego en un inolvidable reportaje).

La primera conexión Messi-Di María en la selección mayor ocurrió en un amistoso en febrero de 2011, ya pasada la frustración del Mundial de Sudáfrica. En aquel partido con el Portugal de Cristiano Ronaldo, Messi apiló defensores y habilitó a Di María para el 1-0 (el partido terminaría 2-1 para la selección). La frustrante Copa América 2011, en casa, dejó también un pase de Messi para el 3-0 de Fideo ante Costa Rica.

Pero fue en el Mundial que se escapó por poco, el de Brasil 2014, donde Di María –injustamente castigado por el destino por una lesión que le impidió estar a pleno en la parte final del torneo- hizo, por contexto y circunstancias, gritar fuerte al país a partir de una asistencia de Messi. Fue en el epílogo de la prórroga de un desgastante octavo de final con Suiza. “Cuando nadie podía más se me apareció Fideo de la nada”, dijo entonces el 10.

Ahí, más allá de las paredes, las asistencias, los goles, empezó el fortalecimiento de la relación a partir del infortunio. Cuando empezaron a llover las críticas despiadadas, cuando ellos dos –más algún otro de esa rica generación castigada, caso Javier Mascherano- recibieron en su espalda el oprobio y la frustración de la opinión pública. Messi y Di María se unieron contra la ignominia y la diatriba de público y prensa. Ellos dos, súper exitosos en sus clubes, acumuladores seriales de trofeos, se fundieron en la convicción de que el sufrimiento que les prodigaba jugar en la selección lo transformarían, a la larga, en la redención definitiva.

En una entrevista con Olé, en 2022, Di María recordó aquellos tristes días: “A veces se nos cruzan por la cabeza esos momentos. No hace mucho hablamos [con Messi] sobre que nos daba lástima esas finales perdidas, porque podríamos haber tenido tres Copas América y un Mundial en el bolsillo. O dos Copas América. Tuvimos muchas chances de poder lograr varios títulos. Y después, lo que digo siempre, en algún punto sentí que le fallé siempre al equipo. Como que, por culpa de mis lesiones, nunca pude estar al 100%”.

En los momentos límites, se suele conocer la naturaleza de cada personalidad. Ellos se unieron. Y lo paradójico es que cuando la cuestión se destrabó en la selección, cuando se pudo “voltear la pared” –como Di María dijo en un emotivo video durante la celebración de la Copa América 2021, en el Maracaná- los tiempos duros se trasladaron a su club. La inversión de la carga. Habían cumplido el sueño de integrar un plantel para el día a día. PSG los había juntado. Pero el entorno era hostil, sobre todo con Messi. Esa convivencia en París terminó de marcarlos a fuego.

En el medio, la consagración de Qatar, que les terminó de dar el estatus de héroes merecido mucho antes. Con la selección mayor compartieron campo de juego 112 veces, una cifra impactante, y 12 goles tuvieron el sello de ambos: asistencias de uno para el grito del otro.

Di María lo hizo gritar a Messi alguno de sus goles memorables. Hubo dos asistencias de Fideo al 10 para poner en un cuadro. La primera se dio en el festival de Messi ante Brasil, en un amistoso en Nueva Jersey, en 2012; Leo hizo un hat trick para el 4-3, y el segundo tanto fue gracias a Ángel. La segunda, mucho más importante, claro, fue la del gol que abrió el difícil partido con México en Qatar 2022. No fue una asistencia convencional, fue la visión clara para encontrar al mejor del mundo en el lugar indicado; un pase de afuera hacia adentro que dejó a Messi en zona de disparo. El resto es historia…

Espalda con espalda, los años les cayeron encima. Con las medallas de inmortales colgadas en la pared, empezaron a definir sus caminos. Messi ha sido el más esquivo a ponerse plazos. Di María, en cambio, fue contundente: la Copa América 2024 sería el último mojón del camino. En un período fructífero y de idilio total con el público.

“La última”, susurró Messi durante la sesión de fotos oficiales del torneo. Fue cuando posó con Angelito, espalda con espalda, para la posteridad. Sabía el capitán que no habría manera de torcerle el brazo a la decisión de su amigo. “Que disfrutemos y que disfrute él su último partido, que le regalemos que pueda estar en una final, más allá del resultado. Con todo lo que nos dio, que se despida en una final de Copa América es muy lindo”, expresó el 10 en la previa de este momento cúlmine.

Se termina una de las grandes sociedades que ha visto y disfrutado la historia de la selección. Por extensión, intensidad y logros. Argentina-Colombia será, en realidad, Messi-Di María, última función. Con la expectativa de que la película termine como los argentinos desean.

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